No podemos negar que David, el David de la Biblia, siempre despierta interés, curiosidad, controversia y muchos otros sentimientos. No podemos evitar el sentirnos atraídos a una vida que en la Palabra de Dios, se nos presenta como una vida parecida a tu vida y a la mía. Una vida llena de inquietudes, deseos, peligros, tentaciones, caídas y derrotas. Pero una vida en la que el reconocimiento de la grandeza de Dios, de su santidad y pureza, de su magnificencia y de su honor y honra, abundan. Una vida en la que la humildad para aceptar la culpa y el pecado está presente. Una vida que al final, sirvió a su generación. Una vida vivida conforme al corazón de Dios. Cuando David era jóven y seguía en las labores de pastoreo, fue enviado por su padre al valle de Ela para llevar alimento a sus tres hermanos (Eliab, Abinadab y Sama) que se encontraban en campaña con el ejército de Saúl. Allí se encontró con la sorpresa de que un filisteo salía por la mañana y por la tarde a retar al ejército de I...